Los
ilustrados idearon una educación que se adaptara a las necesidades de cada
estamento, la educación debía cumplir una función instrumental. Aunque
comienzan aparecer las primeras voces a favor de una educación a cargo del
Estado. Por una parte la idea de una educación al servicio del progreso
económico iría contribuyendo a la secularización de la enseñanza. Con la
Enciclopedia en 1753, fue el exponente más claro de esta mentalidad, que
pretendía recoger todo el conocimiento científico y racional de la época.
Los
revolucionarios europeos y americanos de finales del siglo XVIII y principios
del siglo XIX mantendrías estas ideas ilustradas para la organización de la
enseñanza en el nuevo Estado. Pero la idea de la enseñanza para un oficio o
profesión sigue imponiendo su peso, aunque en países como Alemania algunos
autores como Humboldt, abogaban por una formación general del hombre, para
todos de manera igual.
La
novedad del pensamiento revolucionario fue el principio de igualdad, rompiendo así con la sociedad estamental y
proclamando la igualdad de los ciudadanos, organizando un sistema escolar
público y universal. Esta organización fue uno de los objetivos para la formación y consolidación de un Estado
liberal. Podemos encontrar en algunos textos constitucionales la obligación
de saber leer y escribir para ejercer el derecho a sufragio.
Además
de este factor el promover la organización también se debió a la necesidad de
transmitir nuevos valores que debían
contribuir a la creación de una conciencia nacional y la idea de la patria.
Los
sistemas escolares se convirtieron en agentes de difusión de los valores que
debían contribuir a la integración de la sociedad en torno a una idea de
patria, mediante la creación de catecismos políticos y símbolos y fiestas
nacionales.
La
obligación del Estado era ofertar los medios necesarios para acceder en
igualdad de condiciones a la educación. De esta obligación se ocupó al menos en
el nivel elemental, siendo universal y gratuita.
Asumiendo
el Estado la educación de los ciudadanos hubo diferentes posturas, por ejemplo
en Francia Condorcet (1792) el principio de libertad contaba con la actuación
del Estado para garantizar la libertad de pensamiento, quitando así a las
escuelas de ser vehículos para el adoctrinamiento. Abogaba por la separación de
la Iglesia y la enseñanza pública. Sin embargo Lepeletier, defiende una escuela
estatal obligatoria, en la que pesa más la necesidad de influir en las
conciencias para crear ciudadanos fieles a las nuevas instituciones.
Posteriormente Napoleón utilizó la educación como instrumento al servicio del
gobierno.
La
organización de los sistemas públicos puso de manifiesto el problema de la
politización de todas aquellas esferas de la vida social en las que el Estado
fue interviniendo. La educación se vio sometida a los vaivenes de la lucha por
el poder y se puso al servicio de diversas finalidades.
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