lunes, 13 de enero de 2014

Rousseau




Jean Jacques  Rousseau nació en Ginebra en 1712; tiene dos obras autobiográficas: las “Confesiones” y las “Divagaciones de un paseante solitario”. Su vida en general tuvo gran influencia en su pensamiento pedagógico, moral y sobre la  propia concepción de la sociedad.
Rousseau no tenía una vida fácil como el resto de contemporáneos (Diderot, Condillac y muchos otros enciclopedistas) con los que se relacionó trabajando en la Enciclopedia, gracias a los artículos que publicaba sobre música. Su trabajo como escritor y sus relaciones de amistad y también romances fueron el sustento para salir adelante cada día.
Sus dos obras más importantes son el “Contrato Social” y el “Emilio o de la educación”. Completamente revolucionarias para la época.
Emilio es un tratado sobre educación con gran interés pedagógico  por lo que proponía Rousseau y por la influencia posterior que tuvo para toda la pedagogía de la Escuela Nueva y de autores como Freinet y María Montessori por ejemplo.
Lo que Rousseau  expuso en el Emilio era la educación ideal que debía de tener este personaje principal y que de alguna manera sería la educación que debe tener el hombre del Estado ideal que aparece en su “Contrato social”, es decir escribe sobre cómo debe ser el individuo en la sociedad. Así Rousseau en esta obra hace de preceptor y se encarga de la educación de Emilio. Esta educación se divide en diferentes etapas madurativas (los capítulos en los que se divide el libro) porque cada etapa requiere de una manera de enfocar la educación aunque haya una relación de continuidad. Las etapas serían, por así decirlo, la del sentido, la de la utilidad y la de la razón.
Las bases educativas que propone Rousseau se pueden resumir en lo siguiente:
v  Partidario de la educación individualizada. De la figura del mediador en el aprendizaje y no del maestro que dirige.
v  La naturaleza como maestra: aprender de la naturaleza y no de los libros de texto, también evitar ser influenciado por otros y aprender  desarrollarse  por sí mismo de manera natural. El mejor hábito del niño es que no tenga ninguno, que vaya madurando en sus capacidades respetando su desarrollo. Que juegue, que descubra, que  ejercite su cuerpo, etc. La regla de “ perder el tiempo” vale esencialmente hasta los 12 años. Es un aprendizaje constructivista porque todo el conocimiento se recupera en la posterior etapa de la razón . “Hay que considerar al hombre en el hombre y al niño en el niño”.
v  Aprendizaje por descubrimiento, despertando la curiosidad en el niño y creando las situaciones de aprendizaje favorables. Situaciones concretas de eficaz valor educativo. Para Rousseau no se trata de enseñarle las ciencias por ejemplo, sino de hacerle adquirir el gusto de amarlas y los métodos para aprenderlas cuando ese gusto este desarrollado mejor, como hemos dicho anteriormente.

v  Desarrollar  también las facultades manuales. Que aprenda a ser carpintero es uno de los ejemplos. Da importancia también a la actividad física y en la infancia rechaza la utilización del libro de texto .

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